Las cuadras del castillo

Tema: Las cuadras del castillo Lun Jul 27, 2009 5:55 pm

Las cuadras son extensas e interminables banalmente. Antiguas, y parecen a punto de derrumbarse, aunque su estructura es férrea y soportará cualquier adversidad que se le eche encima. Los caballos relinchan. ¿Qué mejor lugar para aprender hípica, o simplemente, pasar un rato divetido con estos pintorescos animales? Fuertes, bonitos, y malolientes

Tema: Re: Las cuadras del castillo Lun Jul 27, 2009 6:00 pm

De la mano de Alicia entré allí, sin ninguna repercusión. Pasé por delante de muchos caballos hasta que finalmente hubo uno que me llamó la atención. Lo contemplé con ojos relucientes antes de abrir la puerta con suavidad. El animal negro como el carbón relinchó suavemente. Me recordó a mi felino y no pude evitar sonreír. ¿Había alguien por allí cerca? No. Entonces quizá tuviera que ensillarlo yo. Busqué con las pupilas dilatadas a causa de la oscuridad hasta que localicé la silla.
-No le tengas miedo- le dije a Alicia mientras la colocaba sobre su grupa y apretaba las correas. El animal relinchó suavemente-. Las riendas... las riendas...- al localizarlas las coloqué también en su sitio- ¿Confías en mí?- le pregunté con las cejas arqueadas desde el otro lado del caballo, mientras le palmeaba el cuello. Antes de que pudiera contestar esbocé una sonrisa como una fiera y cogiéndola de la cintura la aupé para sentarla en la silla. Detrás de ella ascendí yo. Pasé las manos por debajo de su brazos y aferré con firmeza las riendas para instar al animal con un chasquido de la lengua a salir de la cuadra en la que se encontraba. Recorrimos el angosto pasillo hasta llegar al exterior y una vez allí, reí como un verdadero demonio antes de apretar los flancos del caballo con los talones. El animal echó a trotar. Aferré más fuerte a Alicia, coon temor a que saliese disparada.

Tema: Re: Las cuadras del castillo Lun Jul 27, 2009 6:19 pm

Francamente, no había sospechado gran cosa después de su última pregunta, a pesar de lo mucho que me había sorprendido, pues en medio de mis atrozmente profundos pensamientos, me había sacado de la inopia con una pregunta que no venía demasiado a cuento. Yo le contesté sinceramente y él... a pesar de mi respuesta, me había llevado directamente a lo que parecían ser las cuadras del castillo.
El olor que nos recibió me desagradó un tanto, pero logré no quejarme al respecto y simplemente, seguí dejándome guiar, curiosa por las intenciones de Galadriel.
-¿Miedo, yo? -repuse, con toda la fiereza que fui capaz- Se diría que no me conoces, querido Galadriel -añadí, muy digna, fijando al caballo a una prudente distancia, aunque fijándolo con toda la suficiencia del mundo. Ladeé la cabeza-. ¿Con... fiar? ¡Ey! -demasiado tarde, ya estaba a lomos de aquel córcel, demasiado palpitante para mi gusto- ¡Galadriel! -reproché, sin sentirme demasiado a gusto sobre una bestia que bien podría provocar que me rompiese la cabeza de un momento a otro, y más cuando no conocía de nada al animal. No obstante, se subió detrás de mí y mis hombros se relajaron, aunque volvieron a tensarse cuando empezamos a movernos... y no pude evitarlo, cuando oí su desalentadora risa, giré la cabeza para mirarlo, entre preocupada y divertida. Parecía estarselo pasando tan bien... aunque... Solté una exclamación cuando sentí como empezaba a galopar. Mi cuerpo se balanceó peligrosamente, así que, sin encontrar otra solución, arrimé todavía más mi cuerpo al suyo, notando una vez más su calor rozando mi cuerpo. Oh, diablos...
-¿Dónde me estás metiendo, Galadriel? -pregunté, sobre todo y nada en concreto, a la par que miraba desesperada mi alrededor, buscando algún lado en dónde aferrarme.

Tema: Re: Las cuadras del castillo Lun Jul 27, 2009 6:34 pm

Con una trémula sonrisa, dejé resbalar las riendas y al mismo tiempo deposité la frente sobre su hombro, como si hubiera sufrido un repentino desmayo. ¿Cómo se las arreglaría la princesa Schwartz ahora que su caballero no estaba para llevar a la bestia de cuatro patas y mal olor? De color negro oscuro y ojos vidriosos... El animal corrió por toda una colina, con sus suaves crines oscuras ondeando al viento, el cabello de Alicia y el mío coreándolo, los ropajes meciéndose levemente... el viento que hacía era imperioso, asimismo, complaciente.
Inspiré hondo el suave aroma que despendía su piel, antes de abrazarme a su cintura casi con obsesión, sin poder retener una carcajada de complicidad.
-Era broma... ¡broma!- confié en su oído mientras estiraba el brazo para volver a agarrar las riendas de nuevo y llevar el control del caballo...- Tranquilízate, no nos tirará al suelo. Es un animal manso, ¿no lo ves? Tan siquiera se ha encabritado...- lo hice deternerse en la cúspide de la colina y desde allí contemplé la preciosa vista que nos ofrecía el castillo. El animal movió las orejas en todas direcciones, captando el aullar del viento y nuestras propias voces.
Sigilosamente, descendi la mano por la cintura de Alicia... por su cadera...

Tema: Re: Las cuadras del castillo Lun Jul 27, 2009 7:37 pm

Al final, había decidido aferrarme a mi propia falda, confiando en que el agarre de Galadriel fuese suficiente para mantenerme con una perspectiva alejada del suelo. No obstante... ¿Estaba bien confiar?
Eso pensé cuando noté con cierto espanto como las riendas resbalaban de sus manos, y como su cabeza se alojaba en mi hombro.
-Eh... Galadriel -insté a que reaccionara, pues, aunque la bestia no hubiese ejecutado ningún movimiento brusco, yo me noté en un desequilibrio poco sano-
¡Galadriel! -no podía tomar las riendas, por mucho que buscase controlar la situación, si intentaba dirigir al animal, acabaría por perder mi posición, y seguramente probaría el amargo y humillante sabor de la tierra polvorienta. Pero antes de seguir devanándome los sesos para hacer lo correcto, sus manos enlazaron mi cintura, haciéndome comprender que por fin reaccionaba. Me quedé si aire un momento, y hasta hubo un segundo en el que el deseo de recostarme contra él empezó a hacerse demasiado intenso, pero supe remediarlo en cuanto me informó de su mala broma.
-Tiene usted un humor que acabará costándole la cabeza, señor Devroeur -informé, esbozando una pequeña sonrisa que nada bueno auguraba, no, pues en el momento en el que tomó las riendas, pasé mi mano por uno de sus brazos, hasta encontrar un punto en el que pellizcar rencorosamente su piel. Ladeé la cabeza para mirarlo de reojo, y dirigirle una sonrisa desafiante y divertida-. Tenga cuidado conmigo... -advertí, con un matiz divertido corrupto por cierto peligro.
Mi mano se volvió a relajar, simplemente quedando muerta, pero no se movió del sitio, todavía reposando sobre la tela de su camisa. Me agarré a él, y esta vez sí, me permití el lujo de recostarme en su torso, bien apetecible y cómodo... ya más confiada, aunque todavía con mis músculos alertas.
Y por fin, llegamos a lo alto de la colina, dónde mis ojos violáceos jugaron a deleitarse con la belleza que rebosaba por todo el lugar. No obstante, mi tranquilidad se vio truncada por un corazón, el mío, cuando se perdió un latido.
Más que nunca, el contacto de Galadriel quemaba y eso... a pesar de ser agradable, no sé si me acababa de gustar.
-¿Qué...?

Tema: Re: Las cuadras del castillo Lun Jul 27, 2009 7:45 pm

También yo me hice la misma pregunta que Alicia. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué? Y lo más importante, ¿tan difícil me era controlarme? Inspiré hondo, pero ya que había comenzado no iba a dejarlo a medio camino. Además, su piel era tibia, y al acariciarla dejaba un incesante hormigueo en la yema de mis dedos adictivo, cada vez quería más y más y más. Seguí dejando resbalar la mano por la tela de terciopelo del ruedo de la falda, siguiendo el camino de la pierna hasta que rocé las puntillas blancas finalizando la tela a la altura de su rodilla. Sin pudor alguno la dejé descansar allí para volver a ascender, retirando la falda conforme deslizaba la palma de la mano sobre su piel suave y tersa, similar al satén. Inspiré hondo nuevamente, intentando devolver a su cauce todo sentimiento desbordado, pero resultaba imposible cuando mis manos se movían solas, cuando mi otro brazo oprimía más su cintura, cuando mis labios se hallaban sobre su cuello, cuando el animal se había estabilizado por completo y no hacía ningún ruido ni ningún movimiento brusco que pudiera sacarme de mi duermevela, de mi propia burbuja. Aquello me causaría más problemas de los previstos, estaba absolutamente seguro.
-Alicia...- ronroneé en su oído con voz aterciopelada. Algo me decía, no, me instaba a abandonar aquellos juegos. No debía caer en la tentación, no debía caer en los brazos de la sirena, no debía oír sus cantos, no, maldita sea... pero era demasiado difícil retener todo aquello junto a mí. Tan difícil como mi nombre era Galadriel Devroeur.
Poco a poco sus anteriores palabras cobraron sentido en mi mente, aunque no les concedí importancia. Conmigo estaba segura, el caballo no nos arrojaría al suelo ni perdería el control y de hacerlo... bueno, no era tanta la altura que nos distanciaba del suelo, además de que entonces...
Me estremecí ante ese pensamiento, mientras la mano seguía ascendiendo lentamente, sin ninguna pausa pero tampoco prisa.

Tema: Re: Las cuadras del castillo Lun Jul 27, 2009 8:41 pm

Sin poder remediarlo, y por mucho que me hubiese gustado hacerlo, mi respiración no hizo más que incrementar su ritmo, y mi corazón batió dolorosamente contra las paredes de mi pecho. Sí, me costaba hacer llegar el oxígeno a mis pulmones. También me era difícil no echar a temblar, o mejor dicho, no parar de estremecerse ante el contacto, y por mucho que lo intentase... Rechiné los dientes.
-Alicia... -dijo en mi oído, en una corriente de sílabas que me desestabilizó hasta lo más hondo. Sin aguantarlo más, mi cuello se arqueó al paso de sus labios, una reacción que no pude detener, no cuando aquel tacto de terciopelo manejaba tan bien la sensibilidad de esa zona de mi piel. Pero...
Algo cálido y devastador arrasó con mi estómago, y mis piernas se encogieron sin remedio cuando el sugerente tacto de sus dedos paseó por mi pierna, arastrando consigo los vaporosos tejidos de mi falda. ¿A qué... me estaba llevando? ¿Qué pretendía conmigo? Cerré los ojos, buscando poner freno a las sensaciones que hormigueaban todo mi cuerpo y embotaban mi sentido. Jadeé, a la par que notaba como mis mejillas adoptaban una temperatura muy superior a la normal, proporcionada al intenso rubor que seguramente pintaría mis pómulos.
Pero... ¿A qué rimaba todo esto? ¿Qué me estabas haciendo, Galadriel? ¿Y por qué? No lo entendía, no lo entendía y eso me dolía, me descolocaba, me hacía débil, débil ante la confusión y una realidad que a pesar de escaparse de mi entendimiento, no cesaba de golpearme, débil ante él, y la pulida suavidad de sus dedos de mármol ardiente. Débil...
-Ga... Galadriel -musité con la respiración entrecortada, al tiempo que ambas manos mías descendían a mi regazo, para aferrar desesperadamente la mano de él, la que lo mantenía atado a mi cintura- Por favor... deja de... deja de jugar conmigo, no lo tolero, ¡no lo hago! -dije con una voz que buscaba firmeza, y que sólo encontró susurros quebrados por mis jadeos. No lo entendía o mejor dicho, prefería no entenderlo. Él no era capaz de amar, ni de querer, y no obstante... su piel se veía tan cálida e incitante. ¿Cómo lo hacía sin amar? ¿Cómo lo hacía? ¿Simplemente por el deseo? ¿Simplemente por la carne?
Solté un quejido, y es que, a pesar de mis dudas, a pesar de mis especulaciones, no fui quien de apartarme de su regazo.

Tema: Re: Las cuadras del castillo Lun Jul 27, 2009 8:50 pm

Al oír sus rumores instintivamente presioné las yemas de los dedos contra su piel pálida hasta que los nudillos se blanquearon por el esfuerzo y las articulaciones de los dedos me dolieron en sobremanera. Con los dientes firmemente apretados contra su piel intenté no matarla allí mismo, por lo estúpida que era. ¿Insinuar que estaba jugando con ella? No lo hacía. No, ese era mi deseo más lejano, sin embargo... Vi una luminosa salida allí en lo alto del cielo. Una luminosa salida que impediría que todos mis planes se fueran al traste. No implicarme más en ella, ni que ella lo hiciera conmigo. Quizá pudiera sentirme sumamente atraído por su forma de hablar, de mirar; quizá tuviera más que presente que era una bruja bajo una capa de hermosura y seducción.
Las manos se me contrajeron instintivamente por lo que iba a hacer. Era de estúpido, estúpido...
<<Perdóname, Alicia>> murmuré para mí mismo en mi fuero interno, deseando que aquello no fuera a terminar con todo.
Con la vista ensombrecida y sin ser capaz de aguantar su mirada ronroneé, con una sonrisa diabólica:
-¿No me dejas jugar contigo?- el tono sugerente en la voz me asqueó a mí mismo- Vamos señorita Schwartz, tenéis un cuerpo de miedo...- jugueteé a hacerle cosquillas en la piel del cuello con la punta de la lengua suavemente. La abracé más- Son los riesgos que corren acercarse a mí, y fue usted la que empezó... ¿recuerda?- le mordí el lóbulo de la oreja con delicadeza. Mientras ella permanecía de espaldas yo sentía mis ojos aguarse y las lágrimas resbalar por las mejillas. Impedí que se volviera para verme- En cuanto a lo que se está preguntando... que sé que lo está haciendo, sí, sólo la quiero cerca de mí por lo que puede ofrecerme sus curvas femeninas, nada más- aparté un rizo de su delicado cuello de cisne mientras las gotas tibias caían sobre mis pantalones ceñidos.
Maldita, maldita sea.

Tema: Re: Las cuadras del castillo Lun Jul 27, 2009 9:27 pm

Su primera frase... su tono, su gesto...
Abrí de par en par mis ojos, repentinamente opacos, quebrados sin fulgor ni sentimiento.
Su última declaración, simplemente y sin más florituras, lo había arrasado todo. Me llevé mi mano libre a la boca, sintiendo como mi estómago de contraía dolorosamente, asqueado y mareado de dolor, en algo semejante a una arcada. Algo más repugnante e insoportable, algo que nunca creí volver a sentir.
Traición... Una suciedad que empezaba a carcomerme en todos los sentidos.
-Pourquoi? -fue un murmullo roto, a penas audible, aplastado por la desolación y la violencia. No obstante, y a pesar de mi aparente debilidad, no le permití responder. No quería oír más, no quería oír más su voz, a veces tan misteriosamente fría, otras tan placenteramente dulce y ahora... ahora... tan lasciva y lacerante, tan...
Empecé a temblar ante sus siguientes movimientos tan hirientes en mi piel, tan atrozmente lujuriosos que noté el paso ardiente del más sucio alquitrán dejando quemaduras, quizás imborrables, por mi piel antes tan blanca. Empecé a temblar cuando me di cuenta de que mi mano todavía aferraba la suya, quizás en un reclamo para que le devolviesen al Galadriel con el que se había encontrado antes, sonriente, expresivo, sensible y.. vivo. Sí, mi mano se agarró con todas las fuerzas del mundo, pero... las cosas empezaban a encajar, y mi mirada, rota, empezó a ensamblarse.
Galadriel, ¿cómo...?
-Suéltame -exigí con voz firme y apasionada, avivada por la tormenta del dolor. Bien, lo estaba haciendo bien, no me temblaba, no me traicionaba-. No sé por quién me tomas, Galadriel, pero yo no soy tu puta de turno -y ahora lo que más me iba a costar, solté su mano, resignándome con desesperación. No, no la solté, se la aparté de mi regazo con una brusquedad sin par, con la mandíbula apretada, y mis ojos humedecidos escondidos tras mi flequillo- No... no...
Tenía que irme, tenía que alejarme, tenía que perderlo de vista, sí, todo al mismo tiempo. No iba a soportarlo más, necesitaba tirarme en algún rincón, necesitaba... Mis hombros se convulsionaron violentamente, pero fue una única convulsión, pues yo no permití que viera más.
Con decisión, empecé a bajarme del caballo. Lo que mis lágrimas descendiendo por mi rostro me impidieron ver, fue la manera correcta de descender, pues en el siguiente instante, había perdido el equilibrio.
¡MIERDA! ¡Había perdido totalmente el equilibrio! ¡TOTALMENTE! Todo... estaba destrozado. Todo.
O eso pensé cuando ni siquiera me digné en intentar salvarme de la caída.
Necesitaba ese golpe, necesitaba darme de bruces contra la tierra, y dejar en lo alto, la figura angélica que Galadriel me había mostrado aquella noche. Dejarla atrás, y convencerme de que todo había sido mentira.

Tema: Re: Las cuadras del castillo Lun Jul 27, 2009 10:01 pm

Aquello dolió. Dolió mucho más de lo imaginado. Ver su semblante, todos sus movimientos acompasados a única impresión y un millón de sentimientos encontrados y quizá, familiares. Pero al verla caer al suelo... no pude reprimirme. Quise alargar los brazos y aferrarla, pero algo me lo impedió. Quizá mi férreo propósito de mostrar que para mí todo había sido un juego una vulgar diversión. La observé tendida en el barro, vacío y hueco. Necesitaba... no sabía lo que necesitaba, pero el daño ya estaba hecho. Era irreparable.
-¿Ahora sí que me odia, verdad señorita Schwartz?- le pregunté con mofa en la voz pero sin poder evitar un verdadero sentimiento detrás de las palabras. Quería que su respuesta fuera afirmativa, pero mi muerto corazón me pedía otra cosa. Me suplicaba y me rogaba- Que pase una buena tarde... supongo que el barro estará bueno- con una carcajada despectiva me alejé al trote de allí sin hacer otra cosa que llorar interiormente y exteriormente, también. Ahora más que nunca necesitaba hablar con alguien. Sabía que lo que había hecho era lo correcto, pero aún así... aún así me negaba a creer que fuera tan sencillo.
Volví a guardar al animal en los establos antes de salir con paso firme de allí. Expresión pétrea, pero ojos inundados en profunda agonía.

Tema: Re: Las cuadras del castillo Lun Jul 27, 2009 10:30 pm

Auch... no sabes como me dolió la caída, grand-frère. Fue duro, pues aunque no quise agarrarme, intenté caer de la forma más elegante posible, pero... mi codo derecho salió bastante resentido y por un momento, pensé que mi cadera y todo mi brazo iban a estallar en mil pedazos. Pero yo no me quejé, aunque en ese breve instante en el que intentaba incorporarme con mis huesos presos de la agonía, quise que estuvieras a mi lado, y fueras quien me alzara por los hombros, y así, abrazarme y decirme: "No pasa nada, no llores más"
Pero tú no estabas, así que, estaba totalmente sola, sin nadie que viniese a levantarme, sin nadie que me dijese: "Tranquila, el tiempo todo lo cura, el dolor no tardará en pasar". Por primera vez en algunos años, me sentí desamparada.
Finalmente, logré incorporarme lo suficiente para colocarme de rodillas en el suelo, masajeando débilmente un codo que empezaba a humedecer mi blusa con un líquido escarlata de frío olor a metal. Logré alzarme, aferrándome a mis murallas de orgullo para mantenerme erguida ante él y su lustroso corcel.
Aún así, no saqué mi mirada de detrás de mi flequillo, no... lo dejé hablar, lo dejé humillarme tan cruelmente. Pero yo no dije nada, no... porque no me apetecía, simplemente. No me apetecía sacar fuerzas para contestarle, no me apetecía enfrentarme a su risa ni a sus afiladas palabras. No me apetecía... no, no quería, o mejor dicho... temía, temía saber si había logrado hacerse con mi odio como bien me preguntaba. Y yo, no quería... no todavía, al menos, enfrentarme a ello, no... sólo, descansar y lavarme, no pedía más. Pero...
Así pues, como única respuesta, le brindé mi mirada. Mi mirada violácea clavada en él, sin piedad, con ánimo taladrador. No sabía si lo odiaba o no, pero... en aquel momento, decidí hacerle partícipe de todo cuando me corroía, y se lo hice saber, o sí... le revelé la hecatombe que arrasaba con todo a su paso.
-Desaparece -pedí, y no tardó en cumplir con mi petición.
Me puse en pie.
Allí, pude ver como desaparecía poco a poco de mi vista.
Y cuando ya no pude verlo, volví a caer de rodillas.
En aquel lugar, viendo el castillo desde el punto más alto, me mofé de mí misma con ironía. A pesar de estar rozando el cielo, me había metido en el más árido infierno.
-Grand-frère... -no me moví, tampoco tenía ganas.

Tema: Re: Las cuadras del castillo Lun Jul 27, 2009 11:06 pm

¿Donde... donde estaba? Los ojos se me cerraron momentaneamente, y mi cabeza se desvaneció para reaparecer la conciencia poco después. Ojala, ojala se hubiese quedado lejos, allá, en la nada, en el todo al que se refería C'iel cuando pensaba en mí. Y sin embargo... Yo estaba anegada en la crueldad, en la intransigencia. En la eternidad del conocimiento. No veía bien y paré un segundo. Extendí la mano y toqué un poste grueso de madera. Me dejé caer, del lado que menos heridas y rasguños tenía. Y sobre todo, por la parte menos quemada. Me quejé ahora que nadie me odia.
-Maldita sea, no veo nada...- mascullé, claramente enervada. Y no olía a agua. Olía casi peor que en el bosque. Casi peor, y oía relinchos y... ¿Donde diablos estaba? También escuché actividad humana. Y me dirigí sin pensarlo hacia allí, a trompicones, tropezándome y sujetandome a lo que podia. Mi mente apenas pensaba. El dolor me excitaba al igual que me hacía perder la cordura. No sentía que fuese yo, sin embargo, el dolor me hacía tener conciencia del yo identidad.
Entonces ví a aquella persona, de espaldas a mí, apenas un jirón gris salvador en aquella mancha informe que se había vuelto mi mundo. Y aquel pensamiento me hizo detenerme en seco, cerrar los ojos, darme cuenta de que me identidad estaba siendo arrebatada. Que me estaba absorviendo aquella espiral opresora que tanto odiaba y a la que me había condenado por una niña.
«Aprovecha eso...» Pensé, antes de desvanecerme.

En ese momento, el cuerpo en pleno tránsito de Millenium cayó hacia delante, sobre la espalda de aquel chico atareado en sus quehaceres. Y de ahí, cayó al suelo. Entonces, con un ligero temblor, el pelo empezó su ascensión y comenzó a cambiar de color. Del albino al castaño. Bajo los párpados, los ojos se movían frenéticos, y el cuerpo malherido tuvo una pequeña convulsión.

Tema: Re: Las cuadras del castillo Lun Jul 27, 2009 11:18 pm

Me restregué los ojos con rapidez cuando sentí algo chocar contra mi espalda. Algún gracioso y yo no tenía intención alguna de que vieran a Galadriel llorar, porque Galadriel nunca lloraba.
Pero al volverme sólo vi una niña tendida en el suelo. Con un suspiro me planteé firmemente qué hacer. Ya era demasiado tarde para volver a ser el frío témpano que había sido antaño. Demasiada humanidad contagiada, me temía.
La aferré del brazo y con esfuerzo la arrastré hasta unas balas de paja que descansaban en un rincón antes de tumbarla allí. Me senté a su lado y me abracé las piernas, con la mirada perdida. Aquella joven me sonaba de haberla visto con anterioridad en algún rincón del castillo... sí, probablemente, lo que no recordaba era su nombre. Preocupado, le lancé una mirada de soslayo antes de enterrar el rostro en las rodillas. Francamente, mi ego era lo más espantoso que poseía y en ese momento, no me importaba que el mundo contemplara la verdadera cara de Galadriel, la del chiquillo asustado que siempre fue.

Tema: Re: Las cuadras del castillo Lun Jul 27, 2009 11:40 pm

Volví a abrir los ojos, después de haber estado en mi adorado todo. Sin embargo, se me instaló un nudo en el estómago al darme cuenta que no se habian solucionado tantas cosas como yo hubiese querido. De hecho, seguía estando en aquel estado horrible, solo que en otro lugar. Y en brazos de alguien. Alcé la cabeza entonces y me quedé paralizada un momento, mientras mi visión se desenfocaba un segundo para volver a medio enfocarse después. La luz envolvía a aquel chico de pelo albino y ojos azules. Aquel chico cuya misma esencia parecia rota, vencida. Añorante. Me incorporé ligeramente, y sin apenas darme cuenta alcé la mano, la mano derecha que todavía estaba enguantada y sana y la puse sobre su mejilla, tocandole con dulzura la cara. Ví que tenía los ojos rojos, y lágrimas discretas que intentaba controlar. Pasé el pulgar por debajo de sus ojos y medio sonreí, cerrando los ojos, aguantando el dolor. Luego clavé mi propia mirada oscura en la suya y abrí la boca, despacio, con voz madura pero con un toque de niñez, modulando el aire de mi alrededor, adaptándolo a mi alma, sincronizandolo con mis emociones, cargando las palabras de metáforas, empecé a cantar.
-Qué tengo aqui... que lindo es... es un tesoro que descubrí... Es muy simple decir, que no hay más que pedir... Yo quiero ver algo especial... Yo quiero ver, una bella danza....

Tema: Re: Las cuadras del castillo Lun Jul 27, 2009 11:46 pm

Al oír los desvaríos de la joven mi mirada azul se desestabilizó. No me asqueó su contacto, tenía presente que ya no lo haría nada. Sus palabras fueron un suave bálsamo, pero de todo lo que había dicho, era incierto. Todo era incierto. Yo no era nada tan bonito ni tan perfecto. Aferré su mano enguantada con intención de ofrecerle algún ánimo, a sabiendas de que estaba herida y chamuscada.
-Deliras- señalé lo que era cierto- como una beoda. Te llevaré a la enfermería... ¿Puedes caminar?- la pregunta la hice como un estúpido, ya había tomado la decisión de cagarla a mis hombros por muy rajado que tuviera el pecho podía soportar instantes más de condena, ¿o no? Era lo que había estado haciendo toda la vida... También me percaté de que había olvidado todos mis modales. Al completo. ¿Donde estaban? ¿Dónde estaba la máscara de apatía cuando más la necesitabas?

Tema: Re: Las cuadras del castillo Mar Jul 28, 2009 12:11 am

-Y poder ir... a descubrir, que siento al estar ante el sol... No tiene fin, quiero saber, mas mucho mas... Con mis preguntas y sus respuestas... ¿Cuando me iré? ¿Que hay por saber? Quiero formar, parte de... él...- concluí, haciendo que mi voz dejase de sonar, paulatinamente. Las notas vibraron en el aire y apreté la mano del chico que había elegido ayudarme. Mi sonrisa se ensanchó, lo que me hizo cerrar los ojos y negar con la cabeza-. No desvarío. Y no quiero ir a la enfermería. Necesito agua, ¿podemos encontrarla?- dije, mientras poco a poco volvía a abrir los ojos. Me reí suavemente, mientras soltaba la mano que él me agarraba y tocaba un mechón de pelo albino que caía hacia delante, jugando con él. Cómoda. Enredándolo en mis dedos. Intenté ponerme de pie, pero el escozor de mi cuerpo me lo impidió. Solté un quejido, luego, con voz suave y aniñada, dejé caer la mano ligeramente cansada-. ¿No te gusta mi canción?

Tema: Re: Las cuadras del castillo Mar Jul 28, 2009 12:16 am

-Cantas muy bien- le di la razón con voz pésima y muerta-, tienes una... la letra es preciosa- tragué violentamente antes de alzarla en brazos con los dientes firmemente apretados. Pesaba un montón-. Sí, buscaremos agua. Iremos al río, ¿te parece?
Dejé caer la cabeza mientras echaba a andar en esa misma dirección, aún sin poder evitar que las lágrimas cayesen de mis mejillas en su rostro, humedeciéndole tiernamente los pómulos y la nariz.
-Llegaremos pronto- aventuré en un susurro trémulo.

Tema: Re: Las cuadras del castillo Mar Jul 28, 2009 3:49 am

Empezaba a... hacer frío. Y la noche... pensaba que si me quedaba mucho más tiempo quieta, perdida tras mi rostro artificial, la oscuridad acabaría tragándome.
Tragué saliva, y todavía en el suelo, aovillada en un rincón sin esquina, coloqué ambas manos sobe la tierra. Noté la derecha pringosa... repugnante. La sangre se había deslizado por todo mi brazo, y yo nisiquiera me había dado cuenta. La herida del codo había sido más considerable de lo esperado, pero eso no me importó. Yo...
Quise levantarme, no lo logré. Volví a intentarlo... ¡tampoco lo conseguí! A la tercera iba la vencida, estaba segura, pero no me digné en intentar comprobarlo. Sólo me quedé ahí sentada, ahora, con mis brazos rodeándome a mí misma.
Que imbécil había sido, sonreí con amargura. ¡Oh, sí! ¡Alicia Schwartz se había dejado engatusar como una cualquiera! ¡Alicia Schwartz, quien creía estar por encima de todo ello, por encima de los problemas, observándolos siempre desde la lejanía, observándolo en otras personas! Alicia Schwartz, la misma temeraria que a pesar de saber que se metía en la boca del lobo, se tiró de cabeza... estampándose contra Dios sabía lo qué.
No tenía derecho a quejarme, no, simplemente, lo único que podía hacer, lo único que me era permitido era recomponerme y luchar contra toda adversidad.
Así pues, después de lo ocurrido, iba a luchar... Iba a luchar contra Galadriel, iba a... ¿Qué? ¿Odiarlo?
No, ¿Por qué? ¡Porque sabía que no podría hacerlo, MIERDA! ¿Por qué? Porque no era capaz de olvidarlo, porque, apartada del mundo, cada vez que recordaba las invisibles marcas sobre mi cuerpo por culpa de sus manos demoníacas, no era capaz de centrarme únicamente en ello, no era capaz de centrarme en el engaño, en la suciedad que me cubría, no conseguía aferrarme a sus palabras lascivas, tan sólo reclamando mi cuerpo. No era capaz porque... porque...
Me llevé ambas manos a mi pelo, apretando la mandíbula con una fuerza descomunal. Mi boca se abrió para expulsar una atroz grito silencioso.
Él sufría. Era una realidad que me había golpeado mucho antes, mucho antes de este cruel número. Y yo... No, no era sólo eso, era... más.
¿Porqué cuando rememoraba su despectiva risa de despedida? ¿Por qué cuando lo hacía el rumor de su risilla traviesa al bromear conmigo sobre el caballo?
Mis hombros se convulsionaron.
¿Por que en vez de concederle más importancia al modo en el que me dejó tirada en el barro... pensaba más en la radiante sonrisa que me había ofrecido al tenderme la mano y así invitarme a montar?
Las lágrimas cayeron.
¿Por qué... en vez de recordar el modo en el que me había preguntado si le odiaba... porqué... la cantinela que estaba cantando el otro día no cesaba de resonar en mis oídos?

Dos horas después, tras notar como el frío había entumecido todo mi cuerpo hasta un punto que quizás hubiese sido mortal, me moví, dirigiéndome al castillo sin llegar a estar muy convencida de ello.

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